Cloud vs On-Premise en 2025: Cómo tomar decisiones de infraestructura inteligentes

Hace tres años, el anuncio de Basecamp de abandonar la nube generó un debate encendido en la industria. En plena ola de migraciones al cloud, ellos hicieron el camino inverso. No solo cerraron sus servidores en AWS, también eliminaron su dependencia de S3. Fue un movimiento valiente, contracultural, que encendió una pregunta que, en 2025, sigue muy viva: ¿realmente necesitamos la nube para todo?

La respuesta, como ocurre a menudo en tecnología, es más compleja que un simple sí o no.

Durante años, la nube fue el símbolo del futuro: elasticidad infinita, despliegues automáticos, y costes “pagas solo por lo que usas”. Pero en un contexto económico más ajustado, con presupuestos vigilados y equipos que maduran, muchas empresas han empezado a mirar con otros ojos el coste real de ese “futuro”.

Curiosamente, la pregunta que más se escucha hoy en departamentos técnicos no es “¿cuándo migramos a la nube?”, sino: “¿qué deberíamos mantener fuera de ella?”

La infraestructura ya no es una dicotomía

Cuando pensamos en cloud vs on-premise, aún imaginamos dos extremos: un servidor propio en el armario del fondo, o servicios virtuales flotando en un datacenter lejano. Pero la realidad ya no se parece a eso. Hoy hay una miríada de modelos intermedios: alquilar un espacio de rack, servicios gestionados híbridos, incluso soluciones donde ejecutas el software de Amazon o Google… ¡en tus propios servidores!

Y no se trata solo de decidir dónde vive el hardware. La verdadera decisión está en cómo gestionas la capa virtual: el sistema operativo, los contenedores, el orquestador, los pipelines de despliegue. Puedes tener tu propio servidor, pero usar Caprover o Kamal para desplegar con un git push. Puedes estar en AWS, pero gestionar todo con tu plataforma interna. O al revés. La infraestructura ya no es binaria, es un espectro.

Físico vs Virtual

Cuando hablamos de infraestructura, existen dos capas esenciales:

  • Infraestructura física: servidores, switches, electricidad, refrigeración y seguridad física.
  • Infraestructura virtual: sistemas operativos, contenedores, orquestación, pipelines de CI/CD y demás herramientas para operar software.

Elegir entre cloud y on-prem implica decisiones en ambas capas.

Opciones físicas principales

Opción

Control

Coste inicial

Flexibilidad

Requiere mantenimiento

On-premise total

Alto

Muy alto

Bajo

Co-location (colo)

Alto

Alto

Medio

Bare metal en la nube

Medio

Bajo

Medio

Parcial

Cloud (IaaS)

Bajo

Bajo

Alto

No

La nube ofrece elasticidad y despliegue rápido, mientras que on-premise o co-lo dan más control y previsibilidad de costes a largo plazo.

No todo software es igual

Lo que sirve para una startup de eCommerce en rápido crecimiento, puede no servir para una organización industrial con flujos de datos previsibles y altamente regulados.

  • Aplicaciones simples (monolitos, procesos internos): pueden funcionar perfectamente on-prem.
  • Sistemas distribuidos complejos: se benefician de los servicios gestionados de la nube (bases de datos, colas, observabilidad…).

Una de las grandes ventajas del cloud es su capacidad para escalar bajo demanda. Si tu tráfico crece por picos (Black Friday, campañas, viralidad), la nube es casi insustituible. Pero si sabes que tu tráfico será estable todo el año, ¿tiene sentido pagar un premium por esa elasticidad que no necesitas?

Lo mismo ocurre con el rendimiento. Las CDNs globales permiten latencias mínimas en cualquier parte del mundo. Pero si tus usuarios están todos en un solo país, ¿necesitas esa globalidad?

Y ni hablemos de compliance: muchos sectores no pueden permitirse que sus datos salgan del país. Aquí, la opción onpremium o híbrida no es una preferencia técnica, sino una obligación legal.

¿Y el equipo? Porque sin equipo, no hay infraestructura

Uno de los argumentos más repetidos a favor del cloud es la falta de talento especializado para montar y mantener infraestructuras complejas. Y tiene razón. Los buenos DevOps, SREs y sysadmins escasean. La nube ofrece una solución rápida: pagar para no preocuparse por eso.

Pero esto tiene un coste oculto. Estás externalizando no solo máquinas, sino también conocimiento. Estás atando el corazón técnico de tu empresa a decisiones ajenas, a precios que pueden cambiar, a servicios que no controlas. Cuando el coste por transferencia de datos se dispara, ya es tarde para reaccionar.

Lo que muchas empresas están haciendo ahora es otra cosa: formar a sus equipos en infraestructura como código, crear pequeños equipos de plataforma, y recuperar el control. No es volver a la prehistoria. Es usar herramientas modernas para operar servidores con la misma eficiencia que en la nube, pero sin pagar la nube.

El coste real: dinero, velocidad y libertad

Lo más complicado de calcular hoy es el coste total de propiedad (TCO). La nube parece barata… hasta que tu app crece. On-premise parece caro… hasta que amortizas el servidor.

TCO (Coste Total de Propiedad):

Factor

Full Cloud

Full On-Prem

CAPEX (inversión inicial)

Bajo

Alto

OPEX (coste operativo)

Alto

Bajo

Previsibilidad de costes

Baja

Alta

En cloud, el coste crece con el uso. En on-prem, pagas por adelantado, pero controlas el crecimiento. Las prácticas FinOps se vuelven imprescindibles en ambos casos.La tabla que compartiste ilustra bien estos trade-offs: control y predictibilidad frente a velocidad y conveniencia. CAPEX vs OPEX. Infraestructura vs desarrollo. Lo curioso es que, incluso con cifras claras, la mejor opción no siempre es la más barata, sino la que mejor se alinea con tu estrategia.

Hay empresas donde representan menos del 2% del MRR, una métrica para calcular las ganancias recurrentes mensuales. Para ellas, la nube es una decisión obvia. Pero hay otras donde cada euro cuenta. Donde pasar a servidores propios puede ahorrar cientos de miles al año.

Y ahí está la clave: contexto. No existe una respuesta universal. Solo existe la respuesta correcta para ti.

¿El futuro será híbrido o no?

En 2025, lo que vemos es una consolidación del modelo híbrido. Las empresas estamos dividiendo el stack tecnológico: lo estable, lo intensivo en datos, lo predecible… fuera del cloud. Lo volátil, lo experimental, lo global… en la nube.

Lo gestionamos todo desde una misma plataforma, con buenas herramientas, automatización y métricas FinOps. Y así encuentran el equilibrio.

No porque sea más moderno. No porque esté de moda. Sino porque tiene sentido.

Conclusión, ¿Entonces qué debes hacer tú?

  1. No te dejes llevar por titulares. Lo de Basecamp funcionó para ellos porque conocen bien su negocio, su tráfico, sus costes. Haz tú lo mismo.
  2. La nube es una gran forma de empezar. Pero no es un destino eterno. Está bien migrar. Está bien repensar.
  3. Montar tu propia infraestructura es viable. Pero solo si haces el trabajo: herramientas modernas, equipo formado, disciplina operativa.
  4. Abstrae bien. Ya sea con AWS, o con Proxmox: lo importante es que tu equipo de desarrollo no sufra el stack, sino que lo aproveche.

En resumen, no se trata de elegir entre nube o el hierro. Se trata de tomar el control de tus decisiones de infraestructura. Con datos, con estrategia, y sin miedo.

Y si eso te lleva a montar tus propios servidores… adelante. En 2025, eso ya no es un salto al vacío. Es, simplemente, una opción más. Y quizás, la correcta.

A continación te comparto un tabla de casuíticas generales para que empieces a evaluar tu infraestructura.

Criterio

Full On-Prem

Full Cloud

Control

Alto

Bajo

Mantenimiento

Alto

Bajo

CAPEX

Alto

Bajo

OPEX

Bajo

Alto

Foco de skills

Infraestructura

Desarrollo

Predictibilidad

Alta

Baja

Velocidad inicial

Lenta

Alta