La disciplina del UX nació pegada al interfaz y al navegador. Pero algo ha cambiado de forma silenciosa y profunda: la experiencia ya no vive en una pantalla, ni siquiera en un solo dispositivo. Vive en ecosistemas de servicios, agentes inteligentes y sistemas que toman decisiones con nosotros.
Es por ello que se prevee una nueva etapa de la disciplina pensada para sistemas de IA centrada en las personas (HCAI), donde ya no diseñamos solo interfaces, sino relaciones sostenidas entre humanos, máquinas y contextos.
Más que una moda terminológica, esta nueva visión del UX es una forma distinta de entender qué significa “diseñar una experiencia” cuando tienes IA en ambos lados: en el producto… y en el usuario, que ya vive rodeado de asistentes, modelos generativos, automatizaciones y recomendaciones constantes.
Tradicionalmente el foco era la usabilidad, que las personas pudieran usar software complejo sin sufrir. El diseñador era casi un arquitecto de interfaces: ordenar, jerarquizar, limpiar.
Después llegó la era del móvil y la internet ubicua (desde 2007, iPhone). El foco pasa a ser la experiencia integral, journeys, emociones, omnicanalidad, diseño centrado en el usuario. El diseñador se convierte en guionista de historias interactivas.
Pero ahora nos llega la era de la inteligencia (big data, IA, sistemas conectados). Aquí el foco ya no es solo el usuario frente a una interfaz, sino la experiencia dentro de un sistema sociotécnico inteligente: ecosistemas, agentes autónomos, ética, privacidad, colaboración humano–IA. El diseñador es casi un ecólogo digital.
Diseñar ecosistemas, no pantallas
En la era móvil y de internet podíamos “controlar” casi todo el contexto: una web, una app, como mucho un par de canales que debían ser coherentes entre sí. Hoy eso ya no existe.
El usuario no “entra en tu producto”, pasa a través de tu producto en medio de un día lleno de otros sistemas, notificaciones, asistentes de voz, automatizaciones y pantallas. La experiencia ya no es un punto de contacto, es un entramado.
Eso obliga a cambiar la pregunta de diseño.
Antes: “¿Cómo optimizo este flujo?”
Ahora: “¿Qué papel juega este producto dentro del ecosistema del usuario?”
Diseñar el nuevo enfoque de UX es pensar en:
- Cómo se traspasa el contexto entre dispositivos y canales.
- Qué sabe el sistema del usuario en cada momento (y qué no debería saber).
- Cómo se coordinan diferentes servicios para que la experiencia sea continua, no una colección de puntos desconectados.
La interfaz importa, pero ya no es el centro de gravedad.
De interfaz a relación: humanos y agentes inteligentes
La otra gran novedad es que la interacción ya no es solo persona → sistema, sino también sistema → persona. El producto empieza a tener iniciativa.
Asistentes que proponen cosas antes de que las pidas, modelos que generan contenido contigo, sistemas que reorganizan tu día, tu bandeja o tu feed sin que tú intervengas de forma explícita.
La UX deja de ser un “cómo hago clic aquí para conseguir esto” y se convierte en “cómo me relaciono con un agente que decide, sugiere y aprende de mí”.
Eso abre un nuevo tipo de preguntas de diseño:
- ¿Cómo explico lo que hace la IA sin abrumar al usuario?
- ¿Cuándo debe proponer y cuándo debe esperar?
- ¿Qué margen de error estamos dispuestos a aceptar antes de que la experiencia se perciba como invasiva o torpe?
La metáfora ya no es el “botón bien colocado”, sino el “copiloto con el que confío lo suficiente como para dejarle hacer, pero no tanto como para apagar el piloto humano”.
Conclusión
Hablar de la reinvención del UX es reconocer que el contexto ha cambiado y que nuestras prácticas deben cambiar con él.
En la práctica, implica que los equipos de UX dejan de diseñar sólo pantallas y empiezan a diseñar flujos entre sistemas. Dejan de pensar solo en tareas y empiezan a pensar en relaciones a largo plazo entre personas y agentes inteligentes, y de medir solo conversión para empezar a medir confianza, comprensión y bienestar digital.
Este nuevo enfoque UX no sustituye a la usabilidad ni al diseño centrado en el usuario, los incluye y los expande.
Sigue siendo clave que algo sea fácil, útil y deseable. Pero ahora, además, debe ser responsable, explicable y sostenible en un entorno donde la IA ya no es un añadido, sino el tejido sobre el que construimos las experiencias.
Referencias:
