Narrativas que se juegan
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Así se construyen hoy muchas de las narrativas más memorables del entorno digital. No se leen: se juegan. Las marcas que entienden esto no solo cuentan historias, sino que diseñan experiencias donde cada usuario participa, decide y transforma el relato.
En un mundo saturado de contenido, lo que diferencia a una marca no es solo qué dice, sino cómo permite que el público forme parte de esa historia. Ya no basta con emocionar desde la distancia. El verdadero vínculo nace cuando el usuario se siente dentro, cuando una campaña le habla directamente y le da poder para interactuar.
En este artículo veremos cómo funciona ese tipo de narrativa: desde el diseño narrativo aplicado a webs y apps, hasta las herramientas que permiten crear caminos interactivos que el usuario recorre a su manera. Porque en el nuevo marketing, contar ya no es suficiente. Hay que invitar a jugar.
Diseño narrativo en entornos digitales
Cuando pensamos en diseño digital, solemos hablar de usabilidad, arquitectura de la información o experiencia de usuario. Pero en el contexto del storytelling interactivo, el diseño adquiere un papel narrativo: no solo organiza, cuenta. Cada decisión de estructura, tono o ritmo contribuye a construir una historia que se despliega mientras el usuario interactúa.
El menú que guía como un mapa, el microcopy que sugiere una voz, la animación que marca un giro o una pausa... Todo elemento visual o funcional puede tener una función narrativa. Y cuando se integra de forma coherente, transforma una simple navegación en una experiencia emocionalmente significativa.
En las apps de meditación como Headspace, por ejemplo, el relato no se desarrolla en párrafos, sino en transiciones suaves, tonos calmados y recorridos progresivos. En plataformas como Duolingo, el tono desenfadado y los refuerzos positivos convierten el aprendizaje en una aventura gamificada, donde el usuario avanza como en un videojuego. Incluso en webs promocionales como la de “The Fabric of Reality” (una experiencia de realidad mixta creada por RYOT y Verizon), el diseño guía al usuario a través de una narrativa multisensorial que se adapta a cada fase de la interacción.
El diseño narrativo no se limita a contar lo que la marca quiere decir, sino que moldea cómo el usuario lo vive. Va más allá del UX tradicional, porque no solo resuelve problemas: crea atmósferas, expectativas y decisiones.
Gamificación y participación
En el storytelling interactivo, el usuario no es un receptor pasivo, sino un agente activo que toma decisiones y afecta el desarrollo de la historia. Por eso, cada vez más marcas adoptan estructuras narrativas inspiradas en la lógica de los videojuegos: choices, paths y feedback loops que permiten personalizar la experiencia y generar un vínculo mucho más fuerte.
Un buen ejemplo es la campaña interactiva “The Next Rembrandt”, desarrollada por ING y Microsoft, donde el público podía explorar cómo una inteligencia artificial pintó un nuevo cuadro con el estilo del artista. No era solo un vídeo explicativo, sino una experiencia inmersiva que invitaba a interactuar, elegir secciones del proceso y descubrir detalles según el recorrido de cada usuario.
Otro caso emblemático es el corto interactivo de Honda “The Other Side”, donde al mantener pulsada una tecla, el espectador cambia entre dos narrativas paralelas: un padre de día y un conductor al límite de noche. La historia se bifurca en función de la interacción, convirtiendo un vídeo promocional en una experiencia única.
Incluso en redes sociales, donde el contenido suele ser efímero, vemos ejemplos como los “elige tu aventura” en stories de Instagram o TikTok, donde los usuarios votan y determinan qué ocurre en la siguiente entrega. Estas dinámicas, aunque simples, refuerzan la idea de pertenencia y participación activa en la construcción del relato.
Incorporar gamificación y decisiones narrativas no solo mejora la atención y el recuerdo de marca. También genera un tipo de engagement que va más allá del clic: la sensación de formar parte de algo que se está creando en tiempo real.
Herramientas y métodos para prototipar narrativas interactivas
Diseñar una narrativa interactiva no es solo una cuestión de inspiración creativa: requiere estructura, testeo y herramientas que permitan visualizar, validar y ajustar cada decisión. Afortunadamente, hoy existen múltiples recursos que facilitan este proceso, tanto para equipos técnicos como creativos.
Para quienes trabajan desde el diseño de interfaces, la combinación de Figma con plataformas como Maze permite crear prototipos navegables donde se pueden simular recorridos, probar diferentes ramas narrativas y recoger feedback real de usuarios antes del desarrollo final. Es una opción ágil, visual y muy útil para campañas digitales con múltiples puntos de entrada.
Cuando la narrativa requiere decisiones complejas o bifurcaciones claras, herramientas como Twine se vuelven aliadas poderosas. Twine permite crear historias no lineales con lógica condicional, integrando texto, imágenes y efectos interactivos. Aunque nació en el entorno del game design, su uso se ha expandido al marketing narrativo, especialmente en contenidos formativos o experienciales.
Otra alternativa accesible es la creación de branching scenarios en plataformas como Notion, Miro o incluso Google Slides, que permiten mapear rutas narrativas, decisiones del usuario y puntos de retorno. Aunque no son herramientas interactivas por sí mismas, son excelentes para la fase de ideación colaborativa y planificación de estructura.
Finalmente, en el desarrollo más avanzado de experiencias phygital o XR, entornos como Unity o Adobe Aero permiten construir experiencias inmersivas donde la narrativa se mezcla con el espacio, el movimiento y la interacción sensorial.
El storytelling interactivo no se improvisa: se diseña, se prueba y se itera. Y cuanto antes en el proceso se visualicen las posibles elecciones del usuario, más coherente y atractiva será la experiencia final.
Conclusión
Cuando una historia se convierte en experiencia, y la experiencia en decisión, el vínculo con la marca deja de ser unilateral. El storytelling interactivo no solo capta la atención: invita a participar, a elegir, a construir. En este nuevo escenario, el usuario deja de ser audiencia para convertirse en coautor, y eso redefine completamente la relación entre marca y público.
Ya no hablamos de campañas que se lanzan al mundo esperando impacto, sino de mundos narrativos abiertos, donde cada interacción suma una capa de significado. Lo que antes era un relato cerrado y lineal, hoy puede ser un ecosistema vivo, que se adapta, evoluciona y crece con cada participación del usuario.
Este enfoque no es solo una tendencia creativa: es una oportunidad estratégica. Porque una historia que se vive, se recuerda. Y una experiencia que se comparte, se multiplica.
Quizá la gran pregunta para los equipos de marketing y diseño ya no sea “¿qué queremos contar?”, sino: “¿Qué queremos que el usuario descubra, elija o transforme con nosotros?”